jueves, 27 de agosto de 2015

MILES MARCHAN HACIA LA PLAZA SAN PEDRO PARA CELEBRAR LA ENCICLICA PAPAL

1/7/2015

COMUNICADO DE PRENSA:

A propósito de la encíclica papal "Laudato si" sobre el cuidado de la Casa Común, se realizó recientemente una convergencia internacional y multireligiosa que reunió en Roma a más de 100 jóvenes líderes dedicados a temas del medioambiente y justicia climática.

Como parte de este evento, el día domingo 28 de junio, se organizó junto con grupos como 350.org, FOCSIV, GreenPeace y WWF, una marcha multireligiosa del cambio climático "Una terra, una famiglia", donde se llamaba a cuidar la casa común. Los participantes portaban hojas verdes llamando al cuidado del medioambiente, desde las diferentes creencias religiosas y espiritualidades.

Los participantes de la convergencia, Musulmanes, hindúes, budistas, bahai, judíos, indígenas, afrodescendientes, sikh y cristianos marcharon también agradeciendo la encíclica del Papa Francisco dedicada al cuidado del medioambiente.

Después de la tradicional bendición dominical, el Papa Francisco dijo: "Saludo especialmente a los participantes en la marcha "Una tierra, una familia". Animo a la colaboración entre pueblos y asociaciones de diferentes religiones para la promoción de una ecología integral (...) Doy las gracias a FOCSIV y Nuestras Voces, entre otras organizaciones y les deseo éxito a los jóvenes de diferentes países queactualmente están reunidos sobre el cuidado de nuestra casa común".

Entre estos jóvenes están presentes Ely Orrego (Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación y MEC Chile), Emilio Cohen (México), Hudson Sanchez (OFRANEH, Honduras), Igor Bastos (Jufra, Brasil), Jessica Mora (CLAI Costa Rica), Julio González (Iglesia Presbiteriana de Venezuela), Luis Sarpec (CEDEPCA, Guatemala), Maryuri Mora (REJU, Brasil), Raimy Ramírez (Colombia), Rebeca Barragán (Diálogo Interreligioso de Monterrey, México), Sherly Echeverria (Red Uniendo Manos, Perú),Tamar Jiménez (Sociología ambiental, México) y Neddy Astudillo (Nuestras Voces, Estados Unidos).

Como resultado de este evento, se generó una red latinoamericana de jóvenes enfocados en la búsqueda de una ecología integral, a partir de las realidades y luchas locales en la región.

Para más información pueden comunicarse con:
Neddy Astudillo: neddy.astudillo@ourvoices.net, USA, Español/Inglés

Para fotos, acreditando el fotógrafo: https://www.flickr.com/gp/128721081@N04/50t2A8

miércoles, 26 de agosto de 2015

Ecumenismo y medioambiente: sobre mi experiencia en la Convergencia Internacional y Multireligiosa en Roma.

 Por Ely Orrego Torres, coordinadora del MEC Chile en Santiago e integrante de la Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación.

El sol iluminaba la tarde del domingo 28 de junio y la Plaza de San Pedro del Vaticano se pintaba de hojas verdes por aquellos que portaban cada uno de los mensajes de cuidado del medioambiente y el cambio climático. Miles de personas, pertenecientes a distintas religiones, países y tradiciones, estaban unidas en la marcha “Una Terra, Una Famiglia” convocada por FOCSIV, Nuestras Voces y organizaciones no gubernamentales dedicadas a la defensa del medioambiente.

La anterior marcha, formó parte de una Convergencia internacional y multireligiosa que se realizó en Roma entre el 27 de junio y el 1 de julio. Cerca de cien jóvenes líderes –entre ellos musulmanes, hindúes, budistas, bahai, judíos, indígenas, afrodescendientes, sikh y cristianos– fueron convocados para compartir experiencias y desafíos para enfrentar la actual crisis medioambiental y prepararse en lo que será la COP21 en noviembre próximo. Al mismo tiempo, para agradecer al Papa Francisco la encíclica “Laudato si” que enfrenta la temática desde una perspectiva ética.

Entre esas personas, me encontraba yo, en tanto representante del MEC Chile en Santiago y la Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación. Como toda experiencia ecuménica, enriquece conocer las realidades de otras regiones del planeta, así como concordar en varias lecturas del asunto, a pesar de nuestras diferencias religiosas. Tal como se expresa en el concepto de amor como ágape, es decir, ese amor universal que se expresa por medio del amor a Dios y al prójimo. Pese a las distinciones y creencias religiosas, nos unía ese amor que nos acercó en tanto miembros de una comunidad y donde cada una de las personas conforma un cuerpo común, pero también lucha común por medio de los lazos que nos unen, más que de las doctrinas que nos dividen.

En ese sentido, en tanto movimiento ecuménico, debemos entender ese desafío desde la multiplicidad de perspectivas y experiencias. Y entender la ecojusticia hoy significa aquello. Significa unirnos para enfrentar un problema común y buscar alternativas que rebasan nuestras diferencias religiosas. Porque no sólo se trata de un asunto de fe, también lo es de actitud y concientización. Desde lo que es el problema del agua, hasta disminuir la cantidad de residuos y basura producidos diariamente.

Y la Convergencia colaboró en ello. Trabajamos desde los diferentes niveles: personal, grupal, regional y plenario. En primer lugar, comprender por qué interesa el tema del cambio climático y cómo la relación con la naturaleza han tenido impacto en nuestras vidas. Además, por medio de una eco-autobiografía analizar las posibilidades de trabajo hacia el futuro desde una concientización personal. En segundo lugar, nos distribuimos por tradición religiosa, donde escuchamos y reflexionamos sobre las inspiraciones bíblicas y teológicas en el quehacer de la ecología. Ello nos permitió conocer que, pese a nuestros diversos orígenes étnicos, sociales y culturales, nos unen principios bíblicos y relatos que han inspirado la acción en defensa de la creación. En tercer lugar, se escucharon y presentaron las actividades y experiencias de los países de la región. Allí se pudo ver que hay trabajo realizado en común, así como dificultades que se comparten. Desde los problemas institucionales hasta la falta de participación juvenil y financiamiento son realidades que caracterizan a América Latina. En cuarto lugar, las plenarias ayudaron a entender mejor cómo está la situación actual del cambio climático en el mundo y cómo se ha expresado esta realidad. Estas instancias fueron enriquecedoras, pero además muy emotivas.

Es distinto leer sobre las consecuencias científicas que tiene y tendrá en algunos años el cambio climático sobre nuestras vidas,escuchar a una joven de Fiji rogando por el envío de arena desde los países que aún somos privilegiado en tenerla; o a una chica india relatando cómo el agua marina ha aumentado en las costas e incluso disminuyendo territorios fértiles para la siembra. Por otro lado, el hecho de saber que si, potencialmente, se derritieran todos los hielos de la Tierra muchos territorios y ciudades donde vivimos desaparecerían, nos plantea en la perspectiva de la solidaridad. Una solidaridad que debe traspasar las fronteras y comprensiones de lo que entendemos como nuestro territorio. Más beneficioso aún fue conectar con diferentes realidades y saber que en esto no estamos solos, sino que compartimos conflictos medioambientales que se replican en otros lugares del planeta.
¿Y qué de América Latina? Una de las conclusiones interesantes que se extraen de la encíclica es la preocupación por los países del hemisferio sur. La relación sur-sur debe potenciarse, sabiendo que en ella es donde mayores consecuencias se ven del cambio climático. Por otro lado, no se trata sólo de problemas medioambientales, sino que también éticos y sociales. Quienes están siendo más afectados por el cambio climático son los pobres, mujeres e indígenas, quienes han sido históricamente desplazados de la sociedad. Por lo tanto, el llamado medioambiental también es un llamado ético y práctico por preocuparse de las realidades que trascienden nuestra esfera.

A propósito de lo anterior y de cómo enfrentar el cambio climático en América Latina, la Convergencia ayudó a unir distintas creencias y tradiciones religiosas en un proyecto común. Como resultado de este evento, se generó una red latinoamericana de jóvenes enfocados en la búsqueda de una ecología integral, a partir de las realidades y luchas locales en la región. No obstante, este tema debiera mantenernos inquietos, principalmente como movimiento ecuménico. Porque si bien el movimiento ecuménico global ha trabajado la temática desde hace varios años, hoy la encíclica viene a reforzar ese trabajo conjunto. Tenemos que mirar hacia un ecumenismo que logre integrar las diferentes creencias y fe en una misma lucha por el medioambiente, cuidado de la creación o Madre Tierra. Y para ello hay que comenzar desde las preocupaciones locales y principalmente con la concientización que significa el cuidado de esta casa común.

Fuente: http://www.fumec-alc.org/blog/